sábado, 15 de diciembre de 2007

Fischer von Erlach


Fue el primer y más grande arquitecto austriaco del barroco. Nació en Graz el 20 de julio de 1656 y vivió 12 años en Italia, donde se formó como arquitecto. Al regresar a Austria, en 1686, recibió del emperador y de la Iglesia muchos encargos para construir palacios y templos, por los que consiguió grandes alabanzas al liberar a la arquitectura austriaca del dominio estilístico de arquitectos italianos como Enrico Zuccalli y Ferdinando Galli da Bibiena. Sin embargo, su obra contiene fuertes influencias del barroco italiano, en especial el concepto de edificio como un todo orgánico que mezcla arquitectura, escultura y pintura. Sus arcos triunfales de 1691 en Viena en honor del emperador José I poseen importantes elementos esculturales y decorativos. Sin embargo, el atrio de los antepasados en el palacio de Frain (1690-1694) está presidido por un fresco en el techo que extiende los elementos arquitectónicos del lugar hasta crear la ilusión de un espacio inacabado. Después de 1715 las influencias del neoclasicismo francés y de la antigua arquitectura romana moderaron la exuberancia de su inicial estilo italiano. En Viena, en la iglesia de San Carlos Borromeo (1716-1737) combina el diseño francés de los pabellones con una cúpula clásica, una fachada ondulada y columnas de triunfo romanas, en la Biblioteca Nacional (1722), en Hofburg (Viena), que es considerada la obra maestra de la arquitectura barroca en Austria, dispuso de un exterior frío al modo del neoclásico francés y una brillante decoración interior presidida por el techo oval de la cúpula. Después de su muerte en Viena, el 5 de abril de 1723, su hijo Joseph Manuel Fischer von Erlach, arquitecto también, supervisó la finalización de las obras inacabadas de su padre.

Fuente: http://www.epdlp.com/

miércoles, 12 de diciembre de 2007

El impresionismo















El movimiento plástico impresionista se desarrolló a partir de la segunda mitad del siglo XIX en Europa -principalmente en Francia- caracterizado, a grandes rasgos, por el intento de plasmar la luz (la "impresión" visual) y el instante, sin reparar en la identidad de aquello que la proyectaba. Es decir, si sus antecesores pintaban formas con identidad, los impresionistas pintarán el momento de luz, más allá de las formas que subyacen bajo éste. El movimiento fue bautizado por la crítica como Impresionismo con ironía y escepticismo respecto al cuadro de Monet "Impresión: sol naciente". Siendo diametralmente opuesto a la pintura metafísica, su importancia es clave en el desarrollo del arte posterior, especialmente del postimpresionismo y las vanguardias.














Las características más propias del estilo son:


- Rechazo del realismo academicista: la línea, el volumen y el claroscuro no tienen ninguna importancia.- Figuración con eliminación del detalle y de todo carácter descriptivo.
- Indiferencia por el tema, la única preocupación es la luz y el color fugaces.
- Búsqueda de la belleza de la sensación directa: las formas se plasman de modo no acabado, impreciso y vaporoso, llegando incluso a desmaterializarse.

- Preocupación por fijar las impresiones momentáneas de la naturaleza: el pintor sale al campo con su caballete en busca de la luz fugaz y el rápido cambio de los colores.

- Representación plástica de la vibración óptica de la luz.





















- Creación de efectos cromáticos mediante la utilización de colores complementarios y colores modulados en cálidos y frios del mismo valor.







- Búsqueda de la claridad y la luminosidad.







- Rechazo de los colores oscuros, el negro queda proscrito.


- Aplicación directa de los colores puros en la tela, sin mezclarlos previamente en la paleta, con la finalidad de obtener coloraciones luminosas, "limpias" y transparentes.


- Interés por plasmar los efectos cambiantes de la luz (Monet pinta más de cuarenta telas de la catedral de Ruán vista a diferentes horas del día).

- Utilización de una reducida gama de colores, principalmente los colores puros del prisma.

- Enriquecimiento de la pintura con nuevos temas: bulevares, calles trepidantes, jardines, carreras de caballos, etc...







Mohenjo daro


Mohenjo-Daro (o Mojensho-dora) fue una ciudad de la antigua Cultura del Valle del Indo. Sus ruinas se encuentran en territorio del actual Pakistán. Su nombre significa literalmente ‘montículo de la muerte’. Fue construida durante el tercer milenio antes de la era común (3000 a 2000 aec) a orillas del río río Indo. Probablemente un cambio en el curso del río provocó el abandono de la ciudad, hecho que ocurrió hacia el año 1700 aec.
Las ruinas urbanas fueron encontradas en el año 1920 por sir John Marshall, el primer arqueólogo que definió la civilización del Indo. Sus estudios fueron completados por investigadores indios y pakistaníes a partir de 1960. Las ruinas de Mohenjo-Daro están algo mejor preservadas que las de Harappa, la otra gran ciudad de la Cultura del Valle del Indo, por lo cual constituyen una mejor fuente de información acerca de esta civilización. En 1980 la Unesco declaró las ruinas de Mohenjo-Daro como Patrimonio de la Humanidad.
Se cree que en su momento de mayor ocupación, Mohenjo-Daro contaba con 35 000 habitantes. La ciudad se encontraba cercada por murallas defensivas de ladrillo cocido. Abarcaba un kilómetro cuadrado de extensión, y comprendía dos zonas: la ciudadela, sobre un montículo, en donde se encontraba el centro administrativo y quizás religioso; y la "ciudad baja", donde se agrupaban los barrios de artesanos, zonas residenciales, graneros y almacenes. Esta organización parece que es el resultado de una planificación urbana.






martes, 4 de diciembre de 2007

estampa japonesa
















clipped from www.cossio.net

Se descubrió en Europa a finales del siglo XIX y los impresionistas se sintieron
atraídos e influidos por ella.

LA ESTAMPA JAPONESA. ( UKIYO-E ).

Casi completamente desconocida en occidente pero muy meritoria artísticamente, la
estampa japonesa, llamada también Ukiyo-e, refleja bellamente los paisajes y las costumbres
del imperio del Sol Naciente.


  • Realismo. Las obras reflejan los paisajes típicos, volcanes, costas, puentes curvos,
    campesinos en plena faena, etc.

  • Temática variada: paisajes, teatro Kabuki, barrio de los placeres en Edo (Tokio),
    escenas cotidianas, etc.

  • Generalmente son grabados sobre madera.

  • Estrecha colaboración entre el pintor, el grabador, el impresor y el editor.

  • Humor y ternura en el tratamiento de los temas.

  • Dibujo nítido y seguro.

  • Colorido variado e intenso.


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Bernini



Bernini nació en Nápoles, ciudad en la que su padre Pietro, toscano, trabajaba como escultor. Al poco tiempo se trasladó a Calabria junto con su mujer, la napolitana Angelica Galante. En 1605 regresan a Roma y Pietro obtiene la protección del cardenal Scipione Caffarelli-Borghese y la ocasión de mostrar el precoz talento de su hijo.
La Roma de inicios del siglo XVII era una ciudad de un fervor artístico escepcional, novedoso y revolucionario, que acogía artistas de toda Europa, en una continua confrontación de ideas y experiencias artísticas. En este ambiente surgen maestros como Caravaggio, Annibale Carracci o Pedro Pablo Rubens, que abrieron la senda del barroco.

Se trata del gran escultor del barroco muy influido por Miguel Angel. Su iconografía es la propia de la contrarreforma y la mitología clásica, todo un repertorio que le sirve al artísta para demostrar su grandeza técnica.



Estética medieval

Los Padres de la Iglesia primitiva mantuvieron cierto recelo en torno a la belleza y las artes: temían que un excesivo interés por las cosas de la tierra pudiera perjudicar al alma, cuya verdadera vocación está en otra parte; y se mostraron especialmente recelosos porque la literatura, el drama y las artes visuales de que tuvieron conocimiento, estaban estrechamente vinculadas a las culturas paganas de Grecia y Roma. Sin embargo, pese al riesgo de idolatría, la escultura y la pintura fueron admitidas por ellos como soportes lícitos de la piedad, y también aceptaron la literatura como parte de la educación en las artes liberales. El interés por los problemas estéticos no formaba apenas parte de la filosofía medieval; no obstante, pueden rastrearse algunas importantes líneas de pensamiento en las obras de los dos pensadores más destacados.

SAN AGUSTÍN

En sus Confesiones, San Agustín hace algunas alusiones a su perdida obra primeriza De pulchro et apto, donde distingue una belleza que corresponde a las cosas en cuanto forman un todo, y otra belleza que les corresponde en virtud de su adaptación a alguna otra cosa o en cuanto parte de un todo. No podemos tener seguridad, a través de su breve comentario, de la naturaleza exacta de esta distinción. Sus reflexiones posteriores en torno a la belleza se encuentran diseminadas por todas sus obras, y especialmente en De ordine (del año 386), De vera religione (del año 390) y De musica (entre 388-391), que constituye un tratado en torno a la medida.
Los conceptos claves en la teoría agustiniana son unidad, número, igualdad, proporción y orden; de ellos, la unidad es la noción básica, no sólo en el arte, sino también en la realidad. La existencia de cosas individuales que forman unidades, y la posibilidad de compararlas con miras a la igualdad o semejanza, origina la proporción, la medida y el número. En varios lugares insiste en que el número es fundametal, tanto para el ser como para la belleza: "Examina la belleza de la forma corporal, y encontrarás que todas las cosas están en su sitio debido al número". El número da origen al orden, el ordenamiento de las partes iguales y desiguales en un todo integrado de acuerdo con un fin. Y del orden fluye un segundo nivel de unidad, la unidad que emerge de totalidades heterogéneas, armonizadas o dispuestas simétricamente mediante relaciones internas de semejanza entre las partes.
Una característica importante de la teoría agustiniana es que la percepción de la belleza implica un juicio normativo. Percibimos los objetos ordenados como ajustados a lo que deben ser, y los objetos desordenados como no ajustados a ello; esta es la razón de que el pintor pueda rectificar sobre la marcha y de que el crítico pueda juzgar. Pero esta perfección o imperfección no puede ser meramente percibida; el espectador ha de llevar dentro un concepto del orden ideal, que le fue dado por cierta "iluminación divina". De aquí se sigue que el juicio de belleza es objetivamente válido: no puede darse en él relatividad alguna.
San Agustín aborda también el problema de la verdad literaria, y en sus Soliloquios (año 387) propone una distinción más bien sutil entre los diferentes tipos de mentira o engaño. En la ilusión perceptiva, el remero erguido parece estar inclinado, y podría estarlo; pero la estatua no puede ser hombre, y por ello no es "mendaz". De igual modo, el personaje novelesco puede no ser real y pretender que lo es, pero no por voluntad propia, sino sólo doblegándose a la voluntad del poeta.

SANTO TOMÁS DE AQUINO

La doctrina de Santo Tomás en torno a la belleza la encontramos concisamente expuesta, y casi de modo fortuito, en unos cuantos pasajes claves, que se han hecho justamente famosos por sus ricas implicaciones. La bondad es uno de los "trascendentales" en su metafísica, siendo predicable de todos los seres y hallándose presente en todas las categorías aristotélicas; es el Ser considerado en relación con el deseo o apetito. Lo agradable o placentero es una de las divisiones de la bondad: "lo que ultima el movimiento del apetito en forma de descanso en la cosa deseada, se denomina agradable" Y la belleza es aquello que agrada a la vista (pulchra enim dicuntur guae visa placent).
Por supuesto, la contemplación "visual" se extiende aquí a cualquier otra percepción cognoscitiva; la percepción de la belleza es una especie de conocimiento. Dado que el conocimiento consiste en abstraer la forma que hace a un objeto ser lo que es, la belleza depende de la forma. La afirmación tomista más conocida en torno a la belleza aparece en una discusión del intento agustiniano de identificar las personas de la Trinidad con algunos de sus conceptos claves: al Padre con la unidad, etc. La belleza, dice, incluye tres condiciones:

a) La primera es la "integridad o perfección" (integritas sive perfectio): los objetos rotos o deteriorados o incompletos, son feos.

b) La segunda es la "debida proporción o armonía (debita proportio sive consonantia), que puede referirse parcialmente a las relaciones entre las partes del objeto mismo, pero sobre todo se refiere a cierta relación entre el objeto y quien lo percibe: por ejemplo, el que el objeto claramente visible sea proporcionado a la vista.
c) La tercera es la "luminosidad o claridad" (claritas) o brillantez". Esta tercera condición ha sido diversamente explicada; se relaciona con la tradición neoplatónica medieval, en donde la luz es un símbolo de la belleza y verdad divinas. La claridad es ese "resplandor de la forma (resplendentia formae) que se difunde por las partes proporcionadas de la materia", según se dice en el opúsculo "De pulchro et bono", escrito por Sto. Tomás en su juventud o por su maestro Alberto Magno. Las condiciones de la belleza pueden establecerse unívocamente; pero la belleza, siendo parte de la bondad, es un término analógico (es decir, posee diversos sentidos cuando se aplica a diferentes tipos de cosas). Significa toda una familia de cualidades, porque cada cosa es bella a su manera.

LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN

La finalidad práctica que se impusieron los Padres primitivos en orden a aclarar, conciliar y sistematizar los restos bíblicos para defender al cristianismo de sus enemigos externos y de las desviaciones heréticas, necesitaba un método de interpretación exegética. La tradición griega alegorizadora de Hornero y Hesíodo, y la tradición rábínica que expone también alegóricamente las Escrituras judías, fueron recogidas y cuidadosamente elaboradas por Filón de Alejandría. Sus métodos fueron adoptados por Orígenes, quien distinguió tres niveles de sentido en la Escritura: el literal, el moral y el espiritual o místico. Este método lo trasladaron a Occidente Hilarlo de Poitiers y Ambrosio de Milán, y lo desarrolló ulteriormente Juan Casiano, cuya formulación y ejemplos se convirtieron en modélicos a lo largo del período medieval, hasta el tiempo de Dante.

En el ejemplo de Casiano "Jerusalén, en el Antiguo Testamento, es " literalmente o históricamente" la ciudad de los judíos; en el plano "alegórico", o en el que se pasó a denominar "típico", se refiere proféticamente a la posterior Iglesia de Cristo; en el plano "tropológico" o moral, es símbolo del alma individual; y en el plano "anagógico" simboliza la Ciudad de Dios. Estos tres últimos niveles reciben a veces conjuntamente la denominación de sentidos "alegóricos", o (como en Santo Tomás), "espirituales". Según indica el mismo aquinatense, el sentido "literal" incluye también afirmaciones metafóricas.
Orígenes insistió en que todos los textos bíblicos deben poseer el nivel más alto de sentido, el "espiritual", aunque .pueden carecer de sentido moral, e incluso de sentido literal, en el caso de que se siguiera un gran absurdo interpretándolos de esta forma. Orígenes fue seguido en esto por San Agustín, pero no por Hugo de San Víctor, quien sostiene que los sentidos del segundo nivel son función del primero, y que siempre es posible encontrar un sentido del primer nivel cuando lleva incluida la metáfora.

Como el cristianismo enseña que el mundo fue creado por Dios ex nihilo, en vez de generado o configurado a partir de algo previo, los pensadores cristianos tendieron en la Edad Media a sostener que la naturaleza misma debe llevar impresas las huellas o señales de su origen y ser una encarnación simbólica de la Palabra; en esta perspectiva, al igual que la Sagrada Escritura, también la otra,creación de Dios puede ser objeto de interpretación. Así, la naturaleza se convierte en una alegoría, y todos los objetos naturales constituyen un símbolo de algo que los trasciende. Esta visión alcanza su máximo desarrollo en Juan Escoto Erígena y San Buenaventura.

Aunque estas reflexiones fueron primariamente teológicas más que estéticas, resultaron de gran importancia para la historia posterior de la estética: plantearon importantes cuestiones sobre la naturaleza de lá metáfora y el símbolo, tanto en la literatura como en la teología; iniciaron la reflexión en torno a los problemas generales de la interpretación de obras artísticas y, finalmente, pusieron de manifiesto. la posibilidad de una ambiciosa filosofía de las formas simbólicas, en la que todo el arte pueda ser entendido como una especie de símbolo.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Paleocristiano y bizantino

Os dejo ahora una presentación donde se pueden ver Bizantino y paleocristiano espero que os guste.